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in Boletín de Filología
Marcadores discursivos del español en narraciones otomíes. Primeras observaciones
Resumen:
En este trabajo se describe el uso de algunos préstamos gramaticales del español que cumplen una función discursiva en la lengua otomí, desde un enfoque onomasiológico. La investigación se llevó a cabo en la comunidad otomí de San Andrés Cuexcontitlán, Estado de México (otomí del centro), con la colaboración de 16 bilingües otomí-español. El corpus se conformó a partir de las narraciones tradicionales y de vida de los colaboradores y comprende un total de 13.617 palabras. Los resultados del análisis muestran que los algunos préstamos gramaticales del español (conjunciones y adverbios) presentes en las narraciones otomíes pueden tener una función discursiva, sobre todo metadiscursiva (ordenadores y de planificación discursiva) y cognitiva (conexión lógica). Sin embargo, también se observa una baja incidencia de préstamos con valor epistémico y evidencial. Al respecto, se sugiere que este comportamiento podría estar relacionado con el hecho de que la lengua otomí posee elementos gramaticales que codifican este tipo de información, por lo que es posible que prefieran usar los recursos nativos del otomí para expresar este tipo de significado.
1. INTRODUCCIÓN
Nota 1
Dentro de los estudios del préstamo en situaciones de contacto, se han postulado distintas jerarquías y escalas 2 que establecen la (im)posibilidad de que un elemento sea transferido o prestado de una lengua a otra, en función de algunas restricciones estructurales y gramaticales. La mayoría de las escalas de prestabilidad considera que las categorías léxicas (nombres, verbos, adjetivos), especialmente los nombres, son más susceptibles a ser transferidas, en comparación con algunas categorías gramaticales (conjunciones, preposiciones, pronombres, interjecciones) o la morfología derivativa y flexiva (Whitney 1881, Haugen 1950 y Muysken 1981).
Sin embargo, en estudios posteriores sobre el español en contacto con diferentes lenguas de México -como el maya, el tojol-ab’al (Brody 1987, 1995, 2018) y el náhuatl (Hill y Hill 1986), entre otros-, se ha observado una presencia importante de palabras gramaticales del español, lo cual, en principio, pareciera contradecir el orden de las escalas de prestabilidad antes referidas. Además, advierten un uso importante de conjunciones que, además de cumplir su función prototípica, presentan valores discursivos. Pese a la existencia de estos trabajos, aún es poco lo que se sabe del préstamo de categorías gramaticales y marcadores del discurso del español en las lenguas mexicanas (uso, distribución, semántica y pragmática), así como del efecto que este tiene en la gramática de estas lenguas. Por ello, en este trabajo se pretende describir el funcionamiento discursivo de algunos préstamos gramaticales del español en un corpus de narraciones otomíes, desde la propuesta onomasiológica de Borreguero Zuloaga (2015 ).
Se decidió partir de una aproximación de este tipo por dos razones. La primera tiene que ver con los trabajos de Brody (1987 , 1995), quien advierte un uso discursivo de las conjunciones del español en las lenguas mayas, y con algunas observaciones realizadas durante la descripción del corpus de esta investigación, en donde se advirtió un comportamiento similar. En ese sentido, se piensa que partir de un enfoque semasiológico podría limitar la localización de elementos con una función discursiva, pues considerar sólo la forma podría llevar a la clasificación de un elemento como conjunción o adverbio, a pesar de estar teniendo otro funcionamiento. Aunado a esto, partir de una aproximación semasiológica implica partir del supuesto de que las dos lenguas en contacto tienen las mismas categorías léxicas y gramaticales, y que los elementos de una lengua que entran a otra, tienen el mismo comportamiento categorial en la lengua receptora.
Este artículo sigue el siguiente orden. En la siguiente sección se proporciona una descripción breve de la lengua otomí y se brinda un panorama general de los estudios sobre el préstamo léxico y gramatical en esta lengua. Posteriormente, en la sección 3, se explica la metodología empleada en la recolección de los datos y se caracteriza el corpus con el que se lleva a cabo la investigación. En el apartado 4, se presenta el análisis de algunos préstamos gramaticales del español que tienen una función discursiva en las narraciones otomíes, con base en la propuesta Borreguero Zuloaga (2015 ). Por último, en 5, se brindan algunas consideraciones finales.
2. ANTECEDENTES
2.1 La lengua otomí
El otomí es una lengua que se habla en el territorio mexicano, pertenece a la familia lingüística otopame que comprende las lenguas chichimeco, pame, matlatzinca, tlahuica y mazahua. Esta familia junto con los grupos tlapanecomangueano, popolocano-zapotecano y amuzgo-mixtecano conforman el tronco lingüístico otomangue (INALI 2008: 40-41, Lastra 2010: 32-33).
En cuanto a su situación demográfica, la lengua otomí cuenta con un total de 239 850 hablantes (INEGI 2008: 69), distribuidos en ocho estados de la República Mexicana: Puebla, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Veracruz, Tlaxcala, Querétaro, Michoacán y México (INALI 2008: 40-41; Lastra 2010: 23, 33-34).
A causa de la gran dispersión territorial de la población otomí, su lengua presenta gran variación. Con base en los estudios disponibles sobre las diferentes agrupaciones lingüísticas y las autodenominaciones, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas propone nueve variantes lingüísticas para el otomí: otomí de la Sierra, otomí bajo del oeste, otomí del oeste del Valle del Mezquital, otomí del Valle del Mezquital, otomí de Ixtenco, otomí de Tilapa o del sur, otomí del noroeste, otomí del centro (2008: 41-57).
Actualmente se cuenta con varios estudios sobre el préstamo léxico en la lengua otomí (Bartholomew 1954-55; Lastra 1994; Hekking 1995, 2001; Hekking y Bakker 2007a, 2007b, 2010; Hekking y Muysken 1995; Gómez Rendón 2008; Bakker, Gómez Rendón y Hekking 2008), en los que se analiza la influencia que el español ha tenido en el léxico de algunas variantes de Querétaro, Hidalgo y el Estado de México. Sin embargo, la mayoría de estas investigaciones se ha centrado en describir los préstamos léxicos y gramaticales del español en el otomí de Santiago Mexquititlán y San Miguel (Querétaro) y aún es poco lo que se sabe de la influencia que el español ha tenido en otras variedades de otomí en situaciones de contacto distintas.
En el otomí de Querétaro se documenta un porcentaje de préstamos del español que oscila entre 10 y 17% (Hekking y Muysken 1995: 103; Hekking 2001; Hekking y Bakker 2007b: 119, 2007c: 443; Bakker, Gómez Rendón y Hekking 2008: 215; Gómez Rendón 2008: 290). Los préstamos léxicos comprenden el 51.9% de los elementos del español y los elementos gramaticales el 48.1% (Hekking y Bakker 2007b: 120, 2007c: 444).
La categoría léxica más recurrente son los sustantivos (40.7%). Estos elementos suelen tomarse en su forma singular, con su respectiva marca de género gramatical. Al ingresar a la lengua otomí, se acompañan de la morfología nominal de esta lengua (sufijos y proclíticos) (Hekking y Bakker 2007b: 443; Gómez Rendón 2008: 309). La segunda categoría léxica más adoptada son los verbos, con el 4.8% de la totalidad de los préstamos (Hekking y Bakker 2007b: 128, 2007c: 444). El proceso de transacción consiste en aislar la raíz verbal, seguida de la vocal temática y, posteriormente, se insertan de forma directa a la lengua otomí y se acompañan de los proclíticos y sufijos verbales correspondientes (Gómez Rendón 2008: 287; Hekking y Bakker 2007b: 445).
Los adverbios son la tercera categoría léxica más adoptada, con el 4.5% del total de los préstamos (Hekking y Bakker 2007b: 128, 2007c: 445). Estas formas ingresan a la lengua otomí directamente y se comportan como modificadores de frases verbales, a pesar de que en la lengua otomí no existe una categoría léxica que cumpla esta función (Gómez Rendón 2008: 288). Los adjetivos son la categoría léxica menos prestada, con sólo 1.9% del total de los préstamos. Estos elementos son tomados en su forma de masculino singular, cuando ingresan a la lengua otomí pueden funcionar como núcleo de una frase verbal y se acompañan de los proclíticos y sufijos verbales del otomí. También pueden fungir como núcleo de una frase nominal, en cuyo caso se les adhiere la morfología nominal correspondiente. Sin embargo, la mayoría de las veces, los adjetivos funcionan como modificadores de frases nominales, a pesar de que en otomí no existe esa clase léxica (Hekking y Bakker 2007b: 444-445; Gómez Rendón 2008: 287, 318).
Por otro lado, la categoría gramatical más adoptada son las preposiciones (21.2%) (Hekking y Bakker 2007b: 122, 2007c: 447), entre las que destaca el uso de ko (< con), pa (< para) y de. La segunda categoría gramatical más prestada son las conjunciones coordinantes, que comprenden el 7.5% del total de los préstamos. Las más recurrentes son: y, pero, o, ni y sino (Hekking y Bakker 2007b: 122, 125; 2007c: 447, 450; Gómez Rendón 2008: 365). Algunas conjunciones sustituyen o coaparecen con las marcas del otomí. No obstante, también hay casos en los que la conjunción del español no compite con algún elemento equivalente en otomí.
Los marcadores discursivos son la tercera categoría más prestada (6.5%) (Hekking y Bakker 2007b: 122, 2007c: 447). Según Gómez Rendón (2008: 393), los más frecuentes son entonces, este y pues. El uso y la frecuencia de pues en otomí es muy similar al que tiene en el español mexicano: énfasis, cambio de código, contraste y reanudación. El marcador discursivo este también tiene funciones parecidas en otomí y español, los otomíes lo emplean para mantener el turno de habla o como marcador de vacilación, tal como sucede en español.
Las conjunciones subordinantes ocupan el cuarto lugar, con el 6.1% del total de préstamos. Los elementos más recurrentes son que, porque, para que, ya que, como, cuando y aunque (Hekking y Bakker 2007b: 125-126, 2007c: 452; Gómez Rendón 2008: 372). Las conjunciones del español pueden coaparecer o sustituir a los elementos del otomí. En el otomí de Santiago Mexquititlán y San Miguel también se documenta la presencia de pronombres relativos (que, lo que), indefinidos (cada, quien, cualquiera, nada) e interrogativos como (qué, por qué, para qué, cómo, cuánto) (Hekking y Bakker 2007b: 126, 2007c: 453-454).
Hekking y Bakker (2007 b: 122-123, 2007c: 447) indican que el préstamo masivo de preposiciones y conjunciones tiene una motivación funcional. Dado que el otomí clásico tenía pocas partículas y sufijos verbales para marcar la relación entre el predicado y otras partes de la oración, la adopción de las categorías gramaticales del español vuelve más explícitas estas relaciones (teoría del hueco funcional y semántico). Asimismo, señalan que otra posible motivación es el olvido o la no adquisición de ciertos morfemas gramaticales del otomí en las nuevas generaciones (Hekking 2001). Con respecto a los marcadores discursivos, han sugerido que los hablantes adoptan esta categoría para dotar de sabor español su discurso otomí, con la finalidad de obtener un mayor estatus en la comunidad (Hekking y Bakker 2007b: 122, 131; 2007c: 447, 451).
3. METODOLOGÍA
Esta investigación se llevó a cabo en una comunidad bilingüe otomí-español. San Andrés Cuexcontitlán está situado en el municipio de Toluca, Estado de México, y tiene un total de 35 011 habitantes (INEGI 2010). Aunque algunos estudios afirman la existencia de asentamientos otomí-mazahua en las llanuras de Toluca desde el periodo epiclásico (Lastra 2010: 81), el contacto intenso entre el otomí y el español en esta comunidad comenzó alrededor de 1950.
Las políticas educativas de castellanización implementadas en la década de los setenta (González Villareal 2018) y el creciente movimiento migratorio a diferentes puntos de la República Mexicana generaron una ruptura en la transmisión de la lengua otomí en los siguientes años. Esto hecho se constata en los datos censales que indican que sólo el 22% de la población de San Andrés Cuexcontitlán es hablante de otomí y que éstos, en su mayoría, tienen más de 35 años (INEGI 2010), por lo que las generaciones más jóvenes únicamente hablan español. Además, el otomi ha perdido presencia en diferentes dominios lingüísticos, incluso en el hogar. Estas y otras observaciones sugieren que la lengua otomí se encuentra en un fuerte proceso de desplazamiento (Avelino 2017).
Se realizó un muestreo a partir de redes sociales (Milroy 1987). En el grupo de colaboradores están representados dos géneros (masculino y femenino), cuatro grupos etarios (G1: de 14 a 19 años, G2: de 20 a 34 años, G3: 35 a 55 años y GE4: más de 55 años) y tres niveles de instrucción (bajo: menos de 6 años escolares, medio: 7-11 años escolares y alto: más de 12 años escolares). Además, se clasificó a los colaboradores según su competencia lingüística en bilingües con mayor dominio del otomí, bilingües simétricos, bilingües con mayor dominio del español, monolingües en español con conocimiento pasivo en otomí y monolingües en español, cuya distribución se muestra en la Figura 2.
3.1 La comunidad y los hablantes
Esta investigación se llevó a cabo en una comunidad bilingüe otomí-español. San Andrés Cuexcontitlán está situado en el municipio de Toluca, Estado de México, y tiene un total de 35 011 habitantes (INEGI 2010). Aunque algunos estudios afirman la existencia de asentamientos otomí-mazahua en las llanuras de Toluca desde el periodo epiclásico (Lastra 2010: 81), el contacto intenso entre el otomí y el español en esta comunidad comenzó alrededor de 1950.
3.2. Descripción general del corpus
El material lingüístico se recabó a partir de una entrevista que constó de seis actividades. En primer lugar, se les pidió a los colaboradores que narraran dos historias, una tradicional y otra de vida, tanto en español y como en otomí, un cuestionario de competencia en español y otro en otomí, una prueba de conocimiento pasivo en otomí y un cuestionario sociolingüístico. El corpus se construyó a partir de las narraciones tradicionales y de vida en otomí de los 16 bilingües otomí-español de San Andrés Cuexcontitlán. Se transcribió y se tradujo diez minutos de las narraciones y se recolectó todos los elementos léxicos y funcionales del español, así como los casos de cambio de código 3 . El corpus quedó conformado por 13 617 palabras, de las cuales 3 356 resultaron ser elementos del español (24.64%).
En la Tabla 1 se puede ver que la mayoría de los elementos del español son nombres (26.60%), seguidos por las conjunciones (23.48%), los verbos (11.62%) y los adverbios (7.68%). En quinto lugar, se encuentran los marcadores discursivos (5.51%), que comprende el inventario de partículas descrito por Gómez Rendón (2008: 392-400). Las preposiciones ocupan la sexta posición (5.21%) y la categoría menos prestada son los adjetivos (3.06%). Asimismo, se presenta una categoría miscelánea, otros (4.46%), que incluye numerales, interjecciones, artículos y clíticos. Por último, los casos de cambio de código representan el 12.33%.
Los nombres del español, generalmente, son tomados en singular y con su marca de género. En el ejemplo (1) 4 , se muestra cuatro préstamos nominales del español en su forma singular, que mantienen su género gramatical y a los que se les ha añadido las marcas de posesión, indefinitud y número.
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Las conjunciones más recurrentes en las narraciones son la coordinativa, y, la disyuntiva, o, y la adversativa, pero; aunque también se documenta varios casos con la conjunción negativa, ni, y la contrastiva, sino. En (2), se presentan dos oraciones coordinadas por la conjunción adversativa, pero y, en (3), una enumeración de tres frases nominales, cuyo último elemento está ligado mediante la conjunción o.
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En el ejemplo (4), se muestra cuatro verbos del español, cuya forma comprende la raíz verbal + la vocal temática, y a los que se les ha añadido la morfología verbal del otomí.
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Generalmente, los hablantes insertan los adverbios de forma directa en sus narraciones, pero también pueden adaptarlas al sistema fonológico del otomí. En (5) se aprecia el segmento de una narración donde el colaborador emplea el adverbio temporal siempre.
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En la primera revisión del corpus, se consideró dentro de la categoría de marcador discursivo los elementos antes descritos por Gómez Rendón (2008: 392-400), entonces, este, pues y bueno. En el ejemplo (6) se muestra el uso de entonces con una función consecutiva.
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Otra de las palabras funcionales que más emplean los bilingües otomíespañol son las preposiciones, entre las
que destacan por su frecuencia: con, de, en, para y sin. En (7), se observa la inserción de la preposición de en una construcción de genitivo que, anteriormente, sólo se codificaba mediante yuxtaposición. En el siguiente ejemplo, uno de los colaboradores empleó la preposición del español, con, para introducir un participante con función comitativa; en lugar de la marca de número dual, que tradicionalmente era empleada para marcar construcciones aplicativas comitativas (Hekking y Bakker 2007: 121, Palancar 2013, Hernández Green 2015: 229).
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Los adjetivos fueron la categoría léxica menos prestada. Este comportamiento también se ha documentado en otras variedades de otomí (Hekking y Bakker 2010, Gómez Rendón 2008) y lo han relacionado con que el otomí posee un número reducido de adjetivos léxicos, y que la mayoría de los conceptos de propiedad en esta lengua se expresan mediante compuestos, nombres y verbos.
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Por último, en (10), se presenta un caso de cambio de código en la narración de un bilingüe simétrico, en la que cuenta los hechos relacionados con la muerte de algunos niños del pueblo, a causa de los ataques de una bruja.
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El hecho de que los nombres sean la categoría léxica más prestada coincide con el orden de las escalas de prestabilidad de Whitney (1881 ), Haugen (1950 ), Muysken (1981 ) y Matras (2007 ). La posición de las conjunciones y los verbos muestra similitudes con la propuesta de Matras (2007 ), quien pone en la primera posición de su escala a los nombres y las conjunciones y, en segundo lugar, a los verbos. En contraste, difiere de las escalas de Whitney (1881 ), Haugen (1950 ) y Muysken (1981 ), en las que los verbos o los adjetivos son la segunda categoría más prestada y las conjunciones ocupan las últimas posiciones. La disposición de las preposiciones en el corpus de otomí no corresponde con lo propuesto en las escalas de Whitney (1881 ), Haugen (1950 ), Muysken (1981 ) y Matras (2007 ), en las que esta categoría es menos prestada que los adjetivos y los adverbios.
En relación con esto, llama la atención el bajo porcentaje de préstamos adjetivales. Este resultado coincide con lo documentado en otras variedades de otomí, como la de Santiago Mexquititlán (Hekking y Bakker 2007b, Gómez Rendón 2008). Al respecto, se ha señalado que el bajo porcentaje de préstamos adjetivales en otomí se debe a que esta lengua no tiene una clase léxica que funcione como modificador de una frase nominal. Sin embargo, este mismo argumento se ha empleado para explicar la adopción masiva de conjunciones y preposiciones. Si bien, este artículo no tiene como objetivo plantear una escala de prestabilidad ni determinar cuáles son las motivaciones del préstamo léxico, consideramos que la hipótesis del “hueco funcional” resulta insuficiente para explicar la motivación del préstamo y creemos que no sólo se deben considerar las restricciones estructurales, sino también las motivaciones pragmáticas y comunicativas que inciden en el proceso del préstamo.
Por otro lado, durante la descripción del corpus se observó que un número importante de préstamos del español que, en principio, habían sido clasificados como conjunciones o adverbios parecían tener una función distinta a la de su categoría gramatical y más cercana a la de una partícula discursiva. Por esta razón, se consideró pertinente dejar de lado el enfoque semasiológico, empleado hasta ese momento de la investigación, y adoptar una aproximación de corte onomasiológico (Borreguero Zuloaga 2015), que permitiera hacer una mejor clasificación de la función y el uso de los elementos gramaticales del español que han ingresado al otomí.
4. ANÁLISIS
4.1 Algunas precisiones en torno a los marcadores discursivos
Para el análisis de los elementos del español que funcionan como marcadores discursivos en las narraciones otomíes partimos de la propuesta de Borreguero Zuloaga (2015 ), que se centra en el estudio de las funciones discursivas con base en un enfoque onomasiológico, que va de las funciones discursivas a las formas. Esta autora define a los marcadores discursivos como:
[A]quellos elementos lingüísticos con función discursiva que tienen su origen en unidades léxicas o locuciones que pueden adscribirse a una categoría gramatical que tiene asignada funciones lingüísticas propias. Tanto su función lingüística como su contribución al significado del texto cambian cuando estos elementos actúan como MD, ya que, por una parte, su proyección funcional rebasa el límite oracional en el que habitualmente operan los elementos de su categoría gramatical de origen y, por otra, su contribución semántica no reside en su contenido conceptual o en su función gramatical, sino en su capacidad de guiar las inferencias del intérprete en el procesamiento de la información textual y de gestionar la interacción que se basa en un sucederse de actos lingüísticos (Borreguero Zuloaga 2015: 153).
Esta autora define tres macrofunciones discursivas: interaccional, metadiscursiva y cognitiva, cada una con funciones y subfunciones específicas. La macrofunción interaccional, como su nombre lo dice, comprende las funciones propias de la interacción y las divide en tres tipos: las funciones de quien tiene el turno de habla (emisor), las funciones del oyente que no tiene la intención de tomar el turno y las funciones del oyente que quiere cambiar su rol al de emisor (Borreguero Zuloaga 2015: 160).
El primer grupo engloba, a su vez, tres tipos: i) funciones que estructuran la alternancia de turnos en la conversación, ii) funciones que buscan comprobar la recepción del mensaje, iii) funciones que controlan el impacto del mensaje (cortesía, atenuación). El conjunto de las funciones del oyente que no busca tomar el turno de habla engloba la función, que le indica al emisor la atención del oyente, y la expresión de las emociones que produce la recepción del mensaje. Por último, las funciones del oyente que busca tomar el turno de habla son de tres tipos: i) una respuesta colaborativa o de acuerdo, ii) una respuesta reactiva o de desacuerdo y iii) la petición de una aclaración (Borreguero Zuloaga 2015: 161).
Por otro lado, la macrofunción metadiscursiva refiere a las funciones que muestran la estructura del discurso y pueden ser de dos tipos. El primero comprende funciones que dan organización externa al discurso para ayudar a su procesamiento, ya sea porque ordenan los argumentos o sucesos, o porque introducen, cambian, cierran o focalizan un tema. El segundo tipo de función da cuenta del proceso de construcción discursiva e incluye elementos de vacilación, ilación y reformulación (Borreguero Zuloaga 2015: 162).
Por último, la macrofunción cognitiva “agrupa todas aquellas funciones que afectan los contenidos del discurso o la posición del emisor ante su mensaje” (Borreguero 2015: 162-163). Las del primer tipo, establecen conexiones lógicas y argumentativas (causa, consecuencia, oposición, finalidad, adición, conclusión, justificación, etc.). Las del segundo tipo expresan la relación del emisor con su enunciado y comprende la evidencialidad y la modalidad epistémica.
Asimismo, esta autora enumera algunos rasgos prototípicos de la categoría funcional de marcación discursiva. El primero es la reducción de su materia fónica, sobre todo, en el caso de los marcadores discursivos empleados en la oralidad. El segundo rasgo es la reducción de la morfología flexiva en los elementos que pertenecen a una categoría léxica. En cuanto a su sintaxis, los marcadores discursivos no forman parte de la estructura proposicional y suelen aparecer en la periferia de los enunciados. Por último, los marcadores que provienen de elementos que han sufrido un proceso parcial de desemantización, han perdido parte de su significado conceptual (Borreguero 2015: 158).
4.2 Préstamos del español con función metadiscursiva
La mayoría de los préstamos del español que tienen una función discursiva en el corpus cumple una macrofunción metadiscursiva. En este grupo, destacan los elementos con función de organización externa, que indican la posición que ocupa un acontecimiento o una serie de sucesos que conforman una anécdota o narración. En el corpus se documenta el uso de marcadores de apertura (primero), continuidad (después, luego), cierre (total) y cambio temático (entonces, bueno). Algunos bilingües emplean el marcador primero para iniciar a narrar una serie de acciones o actividades en torno a un evento. Por ejemplo, en (11), la colaboradora narra la festividad del día de muertos y, mediante el uso de primero, introduce la actividad inicial que realiza en esta fecha.
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Además de los marcadores de apertura, se registra la aparición de elementos que expresan la continuidad de una actividad o un evento que comprende varias partes. En (11), la bilingüe utiliza después para añadir otras acciones que, si bien suceden en otro espacio y momento del día, forman parte de la misma festividad. El marcador luego también proporciona una instrucción de continuidad con el suceso que introduce y que, en unión con las acciones antes mencionadas, forma parte de la misma historia. En el ejemplo (12), el bilingüe utiliza dicho marcador para introducir una acción sucesiva que, en conjunción con los hechos previos, forma parte de la misma anécdota.
Dentro de la función de organización externa también se documenta el uso de entonces para cambiar de tema o tópico en las narraciones. Por ejemplo, en (13), la colaboradora está narrando sobre un hecho sobrenatural acontecido en un camino de la comunidad y plantea una posible solución. Posteriormente, la bilingüe continúa hablando de hechos paranormales, pero introduce otro suceso con entonces.
Ese mismo comportamiento se documenta en las narraciones de diferentes colaboradores. Aunque todo el fragmento de (14) trata de leyendas sobrenaturales acaecidas en la comunidad, al inicio el hablante narra hechos relacionados con las brujas y después cambia de tema a la aparición de mujeres desnudas que castigan a los hombres infieles, mediante el uso de entonces.
El adverbio bueno también se emplea para marcar un cambio de tópico en las narraciones. Por ejemplo, en (15), el hablante de otomí comienza hablando de su comunidad, del cariño que le tiene y posteriormente muda de tema a algunos recuerdos de su infancia mediante el uso de bueno.
Los bilingües otomí-español también utilizan elementos del español para construir la interacción durante la entrevista o para formular las narraciones que constituyen el corpus. Al respecto, se registra la presencia de marcadores cuya función es hilar, reformular o expresar cierta vacilación o dubitación durante la conformación del discurso.
Con respecto a la función de ilativa, es recurrente el uso de bueno como elemento de apertura discursiva. En (16), se muestra un fragmento de la entrevista realizada a un bilingüe cuya lengua dominante es el español. Ante la petición de la entrevistadora, el colaborador emplea el marcador bueno para comenzar su narración. La utilización de este elemento tiene dos funciones discursivas, una correspondiente a la macrofunción interaccional y otra a la metadiscursiva. Con respecto a la primera, el bilingüe utiliza este elemento para comunicarle a la entrevistadora la recepción de su mensaje y para mostrarle su disposición de colaboración. En cuanto a la segunda, el marcador expresa la apertura de su discurso, después de haber establecido el contacto.
En cuanto a los marcadores de vacilación, se documenta una presencia importante de este en las narraciones otomíes. Se ha señalado que los hablantes de español emplean este marcador para mantener su turno de habla mientras encuentran la expresión adecuada para continuar con la construcción de su discurso (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999: 4199). Los bilingües otomí-español emplean este marcador de manera similar a la de los hablantes de español. En el ejemplo (17), el colaborador utiliza este como recurso para tomar la palabra, entretanto suspende su intervención para planear el inicio de su narración. Más adelante, vuelve a emplear este marcador para mantener su turno de habla mientras elige la palabra que le permitirá continuar con su narración.
Además, dada la función de vacilación o planeación discursiva que posee el marcador este, también constituye un contexto propicio para el uso de préstamos del español y la aparición de fenómenos de cambio de código. En el ejemplo 18, la bilingüe narra una anécdota de su infancia y utiliza el marcador este para mantener en suspenso su narración mientras decide qué palabra empleará como objeto del verbo pe ̠ e ̠ ts’í ‘tener’ y después de una ligera pausa introduce el préstamo problema.
Por otro lado, en el ejemplo (19), el bilingüe otomí-español narra cómo conoció a su esposa y utiliza el marcador este para mantener en suspenso su intervención y, tras una pausa prolongada, decide cambiar a su otra lengua, el español, para explicar la longitud de su relación de amistad con su cuñado.
El marcador pues es uno de los más recurrentes en las narraciones otomíes. Entre sus diferentes funciones está la de iniciar una intervención y suspenderla brevemente mientras el hablante planea su narración, tal como se muestra en el ejemplo (20). Después, el colaborador echa mano del mismo recurso para mantener su narración mientras elige la palabra que le permitirá continuar, en este caso el préstamo nominal noticia.
Los bilingües también emplean el marcador pues para cambiar de una lengua a otra en sus narraciones, pero en menor proporción que el marcador este. En el fragmento que se muestra en 21, el colaborador describe las actividades que realizaba cuando niño y al final del segmento, mediante el marcador pus introduce una frase preposicional en español.
En las narraciones otomíes también se presentan marcadores del español que introducen segmentos discursivos que explican o corrigen un elemento anterior, tal es el caso de o sea, más bien, entre otros. En el ejemplo (22), la colaboradora describe el comportamiento de las brujas y lo que le hacen a los niños y los bebés; posteriormente, utiliza el marcador o sea para incluir información que precisa el fragmento entre corchetes, al especificar que las brujas no atacan a los niños mayores de diez años.
En las narraciones también se presenta el marcador más bie(n) y es empleado para introducir información nueva que corrige un elemento discursivo previo. En el ejemplo (23), el bilingüe narra que su padre confeccionaba su ropa y la de sus hermanos con lona, un material en el que anteriormente vendían el azúcar, y platica que les hacía camisas y pantalones; después, mediante el uso de más bien, corrige la información que se encuentra entre corchetes y aclara que lo que les hacía eran calzones.
4.3 Préstamos del español con función cognitiva
Dentro de la macrofunción cognitiva se encuentran las funciones de conexión lógica y argumentativa, mediante las que se codifican relaciones lógicas (causa, consecuencia, oposición, finalidad, adición) y argumentativas (conclusiones, justificaciones, contraargumentos). Dada la naturaleza narrativa del corpus, no se documentaron usos de marcadores con conexión argumentativa.
En el corpus se documenta algunos elementos del español que introducen miembros discursivos con un significado de causa o motivo, tal es el caso de pues. Sin embargo, el uso con esa función es baja en comparación con los marcadores que establecen relaciones de consecuencia. Esto podría estar relacionado con que, en español, el inventario de estos marcadores es reducido, debido a que en la construcción discursiva de esta lengua predomina el orden causa-efecto (Mederos 1988: 245 en Piñero 2001). No obstante, para poder explicar este comportamiento sería necesario realizar un trabajo más detallado en el que se describa el uso que los bilingües otomíespañol hacen de los marcadores discursivos nativos y de origen español, para determinar la preponderancia de unos u otros según su función discursiva.
En las narraciones se presenta el marcador pues con un significado similar al de porque, e introduce un elemento que expresa la causa o el motivo de un miembro discursivo anterior, dando lugar a un orden efecto-causa en el eje sintagmático. En el ejemplo (24), la bilingüe narra las circunstancias en las que tenía que asistir a la escuela y, posteriormente, introduce la causa de esto mediante el marcador pues.
Por otro lado, en las narraciones también aparece un número importante de préstamos del español que tienen una función consecutiva, es decir, integran al discurso un elemento que expresa la consecuencia de un miembro discursivo enunciado previamente, entre estos destaca el uso de pues, entonces y por eso. Por ejemplo, en (25), la colaboradora narra un hecho paranormal que vivió en compañía de su esposo y enuncia una serie de sucesos en orden cronológico que expresan cierta relación causa-efecto, que derivan en una consecuencia introducida mediante el marcador pues, la enfermedad de su hija. En primera instancia podría cuestionarse si la función de este marcador es, en efecto, consecutiva o si más bien introduce un comentario. Sin embargo, la relación de causatividad está justificada por la creencia de que es dañino consumir algunos alimentos después de haberte asustado y, en este caso, que la madre le transmitió ese mal a su bebé al darle de comer.
Por otro lado, en el ejemplo (26), se muestra un uso del marcador entonces con valor consecutivo. El colaborador narra las dificultades que tuvo al iniciar su educación básica, debido a que no sabía hablar español. En la última parte de este segmento, el bilingüe otomí-español introduce la consecuencia que tiene su desconocimiento de la lengua hegemónica mediante el elemento entonces, dando lugar a un orden causa-efecto en el eje sintagmático.
En las narraciones también se presenta el uso de la construcción por eso para introducir al discurso la consecuencia de un elemento discursivo previamente dicho. En algunas descripciones sobre marcadores discursivos en español no se considera este elemento como marcador discursivo, debido a que su forma no está completamente fija y todavía presenta posibilidades de flexión en determinados contextos (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999: 4060). Sin embargo, en este trabajo sí es considerado como parte del inventario de elementos del español que tienen una función discursiva en otomí, porque en todas sus ocurrencias en el corpus mantiene la misma forma. No obstante, para poder demostrar el grado de gramaticalización de esta forma en el otomí sería necesario llevar a cabo un estudio específico con un corpus más grande. A continuación (27), se muestra un fragmento de la narración de un bilingüe que utiliza en el marcador por eso para introducir a su discurso la consecuencia que tuvo el acontecimiento sobrenatural del que fue testigo.
Por último, los bilingües también emplean algunos préstamos del español con una función de oposición, que introducen un elemento que se opone o atenúa la conclusión que se podría derivar de un miembro discursivo anterior (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro 1999: 4109), tal es el caso de al contrario y luego. En el siguiente fragmento (28), la bilingüe narra el desamor que sentía de sus padres y cómo le pidió a Dios que la ayudara a cambiar su tipo de vida, posteriormente, emplea la construcción al contrario para presentar un par de hechos que se oponen a la conclusión esperada de que Dios había oído su suplica y mejoraría la relación.
En las narraciones también encontramos el uso del nombre lugar para introducir en la narración un hecho que se opone a lo esperado ya sea por conocimiento común o por las expectativas que tenía en el emisor. En el ejemplo (29), la colaboradora narra un incidente de su infancia y mediante el nombre lugar introduce a la narración una acción de su mamá que se opone a la reacción común y a lo esperado por la colaboradora.
En el corpus se presentan pocos elementos del español con una función de modalizador epistémico, es decir, que codifican el grado de compromiso y certeza que el hablante tiene de su enunciado (De Haan 1999: 1), tal es el caso de la secuencia a lo mejor. En el siguiente fragmento (30), el colaborador narra que algunos de sus compañeros no continuaron estudiando y, mediante la construcción a lo mejor incorpora a su discurso una serie de posibles explicaciones o razones que llevaron a sus compañeros abandonar la escuela, sin comprometerse con la verdad de estos enunciados.
También se registra el uso de claro como un marcador que codifica la seguridad del hablante sobre lo que dice (Portolés 2020: 188). En el fragmento de (31), el bilingüe otomí-español describe la ciudad de Mexicali, un lugar donde vivió y trabajó cuando era joven. Inicia señalando que la ciudad es bonita y, posteriormente, mediante la secuencia claro que, añade información en torno a la situación laboral y de seguridad de la ciudad. El uso de este marcador añade una noción de seguridad por parte del hablante sobre lo que dice, ya sea porque tuvo la oportunidad de conocer dicha ciudad o por el conocimiento común del nivel de inseguridad que se vive en algunas ciudades fronterizas de México.
Por otro lado, es importante advertir que en el corpus no se documenta el uso de préstamos del español que expresen un significado evidencial, es decir, que proporcionen información sobre el origen de los datos que se transmiten en el enunciado. En contraste, resulta notoria la presencia del clítico =ná, que ha sido descrito como un enclítico que actúa en un nivel superior al de la cláusula, con un significado evidencial que indica que la información que se enuncia es de segunda mano y no se compromete con la verdad de esta (Palancar 2009: 288). En el ejemplo (32), la colaboradora cuenta una historia que le narró su madre e inicia la anécdota con el verbo dicendi del español contar. Posteriormente, en el desarrollo, se observa la presencia constante del enclítico =ná, el cual acompaña diferentes constituyentes sintácticos y discursivos que, en este caso, corresponden a acciones o sucesos dentro de la narración.
Es posible que la poca aparición de préstamos del español con una función evidencial esté relacionada con el hecho de que la lengua otomí posee elementos gramaticales que codifican este tipo de información y a la preferencia que tienen los bilingües por usar los recursos nativos del otomí para expresar este tipo de significado. Sin embargo, para poder determinar si esto es así, serían necesarias dos cosas. Por un lado, realizar un estudio específico sobre el enclítico =ná y otros similares, como =hmo 5 , a los que se les ha atribuido cierto valor evidencial (Palancar 2009: 279, 288) para saber más acerca de su funcionamiento y contextos de uso. Y, por el otro, hacer un análisis que comprenda tanto los recursos discursivos del otomí como los del español, de modo que se pueda determinar la distribución y la importancia de éstos de acuerdo con las funciones discursivas propuestas por (Borreguero 2015). Aunado a esto, también sería pertinente revisar la variedad del español de estos hablantes y analizar por medio de qué recursos expresan los valores evidenciales del otomí en su español.
5. CONSIDERACIONES FINALES
Después de haber realizado un análisis sobre los préstamos del español que tienen una función discursiva en las narraciones otomíes desde un enfoque onomasiológico, se pudo observar que la primera clasificación de los préstamos, realizada desde una perspectiva semasiológica (véase § 3), pudo haber llevado a una clasificación inadecuada de algunos elementos gramaticales que, aunque formalmente pertenecen a la categoría de conjunción o adverbio, cumplen una función discursiva.
Con respecto a las funciones macrofuncionales propuestas por Borreguero Zuloaga (2015 ), en las narraciones otomíes se hallaron diferentes préstamos del español que cumplen con una función metadiscursiva, tanto ordenadores como marcadores que permiten la planificación discursiva- y cognitiva, sobre todo marcadores que establecen una conexión lógica. Sin embargo, debido a la naturaleza narrativa del corpus empleado fue complicado encontrar contextos en donde se pudiera observar el uso de elementos del español que tuvieran una función interaccional. Por ello, sería muy importante construir un corpus de la lengua otomí en el que se considerarán diversos géneros textuales.
Asimismo, se halló una baja incidencia de préstamos del español con un significado evidencial y epistémico. Esto podría estar relacionado con que la lengua otomí posee elementos gramaticales que codifican este tipo de información y a la preferencia que tienen los bilingües por usar los recursos nativos del otomí para expresar este tipo de significado. Sin embargo, para poder determinarlo, sería necesario hacer un análisis de otro tipo.
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN
2. ANTECEDENTES
2.1 La lengua otomí
3. METODOLOGÍA
3.1 La comunidad y los hablantes
3.2. Descripción general del corpus
4. ANÁLISIS
4.1 Algunas precisiones en torno a los marcadores discursivos
4.2 Préstamos del español con función metadiscursiva
4.3 Préstamos del español con función cognitiva
5. CONSIDERACIONES FINALES
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Agradecimiento
Investigación realizada en el proyecto de investigación de excelencia: “COREC. Corpus oral de referencia del español en contacto. Fase I: lenguas minoritarias”. Referencia/AEI/PID2019/105865GB-I00
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Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons
Author
Rosnátaly Avelino Sierra
El Colegio de México, México, México